Reflexiones
May 14

No nos cansemos de hacer el bien.

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9

Muchos años atrás, cuando era jovencito, Dios me dio esa palabra. Ese verso quedó grabado en mi corazón. A lo largo de los años, cada vez que experimento desánimo o frustración cuando no veo los resultados deseados en la obra de Dios, viene a mi mente esta palabra de Gálatas 6:9.

No hay mejor sostén y motivador que la Palabra de Dios.

Con frecuencia nos cansamos cuando sembramos y no vemos cosecha. Cuando trabajamos y no vemos resultados.

Muchas veces décimos no vale la pena lo que estoy haciendo, no vale el esfuerzo, el tiempo invertido. Sin embargo, algo que se nos olvida a los creyentes es para quien hacemos lo que hacemos y donde sembramos. Debemos recordar que somos obreros de Dios, trabajamos para El y lo hacemos por amor. Sembramos en el Reino de Dios.

Es por tal razón el apóstol Pablo nos recuerda que nuestro trabajo en el Señor no es en vano y nos exhorta a estar firmes y constantes en la obra de Dios.

Tenemos que hacer siempre el bien porque para eso hemos sido llamados y creados.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10

La nueva creación que ahora somos en Cristo produce buenas obras, no para salvación, sino por causa de la salvación. Ese es el bien que no debemos cansarnos de hacer. Ese bien incluye tanto nuestra relación con Dios, la manera como vivimos, así como nuestro servicio.

No nos cansemos de hacer el bien, no nos cansemos de sembrar el bien.

Jesús dice que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con ustedes, así también haced ustedes con ellos; Mateo 7:12. Eso es sembrar el bien. Incluso cuando te paguen mal. La biblia dice:

No paguéis mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Romanos 12:17
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. Romanos 12:21
No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. 1 Pedro 3:9

Reflexiono en esos versos y pienso, eso es algo que está a otro nivel, al nivel de Jesús. Él nos ha dado su ejemplo para que sigamos sus pisadas.

  • No hacer el mal aun cuando te hagan mal, no pagar con la misma moneda. Eso es lo que hace Jesús. Procurar lo bueno delante de los demás. No dar lugar a la venganza.
  • No ser vencido por lo malo, por el contrario, vence el mal con lo bueno. Esto sí que es un reto.
  • Aun en lo más sencillo, como usas tu boca. No respondas con maldición, sino bendiciendo con tu boca. Con nuestra manera de hablar también debemos sembrar el bien.

Todo esto y más significa no cansarnos de hacer el bien. Hacer el bien significa hacer la voluntad de Dios, cumplir con su encomienda.

Ahora, hay un ¿Por qué? Porque a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Hay una cosecha para los que no se rinden. Hay una cosecha para los que perseveran en hacer lo bueno, la voluntad de Dios. Hay cosecha para los que no se rinden ante el mal.

Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún, dice el escritor de los Hebreos.

Hay un tiempo de cosecha, hay un tiempo de recompensa. No esperemos la cosecha de los hombres, más sí de Dios. Tampoco esperes la cosecha pensando en criterios humanos. Dios nos hace cosechar conforme sus criterios.

A veces no nos damos cuenta de que estamos cosechando, somos tan ciegos que no podemos ver los frutos. Esto sucede cuando nuestras expectativas son semejantes a las que tiene el mundo. En Dios podemos cosechar de muchas maneras diferentes.

Tenemos que sembrar el bien y tenemos que tener paciencia. La siembra siempre envuelve un misterio porque hay un tiempo donde no ves lo que está sucediendo con la semilla. No obstante, si estamos sembrando bien y en la voluntad de Dios, tarde o temprano, disfrutaremos de la cosecha.

Los que cosechan son aquellos que no se cansan de hacer el bien, aquellos que persisten en hacer la voluntad de Dios si desmayar.

Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha. Salmos 126:5-6

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